A un mes del examen, Anna nos explica cómo preparó el MIR
Dicen que estudiar para el examen MIR es una de las peores etapas. Es verdad, no lo negaremos, pero también es cierto que puedes vivir esta época de maneras muy diferentes. Puedes volverte loco pensando en percentiles, o puedes intentar aprender lo más importante al máximo, incluso, ¡puedes entender temas que no habías conseguido en toda la carrera!
Como muchos de nosotros, me apunté a una de las academias que te preparan para el "gran día": hubiera sido incapaz de hacerlo sola. Durante siete meses estudié como nunca antes. Fui muy constante, estudiando 8 horas al día (al final ya eran unas cuantas más) y seguí las pautas de la academia en cada vuelta, haciendo cambios y reestructurando el horario cuando no podía seguirlo (porque sí, aparte de MIR también hay vida: amigos, familia, situaciones inesperadas...), corrigiendo los simulacros a pesar de la pereza y respetando mucho los descansos.
Constancia, rutina y descanso. Unas buenas horas de sueño, que se fueron acortando en la recta final, almorzar como una reina, mis colores, un buen puñado de bolígrafos y mucha paciencia. Salir a correr, la música y estar con los amigos fueron claves. Es lo que me ayudó a llegar con dos dedos de frente al día 31 de Enero de 2015, menos loca de lo que esperaba. Y la familia. Ellos comparten tu desazón y te ven volver loca en medio de postits de colores. Soportan tu mal humor cuando ya no puedes más, y son los que te vienen a buscar cerca de las 10 de un sábado por la noche donde haga falta después de un simulacro.
El día 6 de Febrero es el "día D" para quien se examina este año. En esta recta final les diría que intenten aprovechar cada día a pesar del cansancio, que se rodeen de aquellas personas que les hagan olvidar la medicina, los fármacos, las causas más frecuentes, los efectos secundarios... y que hagan orejas sordas a comentarios negativos y tóxicos. Que crean en lo que han estado luchando cada día durante siete meses, y que cuando lleguen a Barcelona, o donde sea, intenten hacerlo lo mejor posible. Ahora, no se vale tener miedo. Que no cambien nada de su rutina habitual respecto a los simulacros. Ni siquiera la barrita de chocolate.
No se acaba el mundo con un resultado que no esperabas, siempre debe haber una segunda oportunidad y no por eso serás peor médico, al contrario. Seguro que lo haces porque luchas por lo que quieres.
Probablemente tu salida de la facultad será menos de película de lo que esperabas. Y es que después de 5 horas de examen para el cual te has preparado durante tanto de tiempo, te quedas con cierto vacío dentro. Está hecho. Has respondido 235 preguntas, o casi, y ya está. Anda, hacia casa, o a celebrar la libertad hasta que el cuerpo aguante (mejor la segunda opción).
A un año vista todo se ve diferente y un día, ya rotando en el hospital, un paciente te coge la mano y te da las gracias por como lo has tratado. En este momento se te pone aquel nudo en la garganta y entonces te das cuenta que realmente vale la pena hacer este camino. Ahora empiezas a ser lo que querías ser.
Anna Franquesa Novellasdemunt, Residente de primer año de Medicina Familiar y Comunitaria